lunes, 22 de agosto de 2011

La Kriptonita ataca a Semarnat y deja tonta a la Secretaría de Salud

Ramón Ojeda Mestre
Los niños del Pireo
Organización Editorial Mexicana
22 de agosto de 2011


Está científicamente comprobado que los Gobiernos de México sufrieron, o han venido sufriendo, que es gerundio, severos ataques de Kriptonita desde hace casi treinta años. Los efectos han sido, demoledores. Evidentes y en muchos casos irreversibles.

Sólo así se explica que hayamos llegado a las condiciones actuales en tantos y tan dolorosos aspectos de la vida colectiva de los mexicanos. No alcanzarían las planas de El Sol de México de todo un año para detallar las evidencias puntuales de estos desaguisados y entuertos arrasadores y cada vez más agudizados, así que hoy nos referiremos sólo a uno aprovechando que hay dos millones de testigos que padecieron estas semanas de vacaciones los agravios múltiples de la carestía, el desorden, la falta de higiene, la cultura del abuso y la acracia.

Es aberrante que México tenga 10 mil kilómetros de litorales, de costas o playas, y los mexicanos tengamos cada vez menos acceso al mar porque no hay playas públicas decentes, limpias y con servicios, como existen en los países ribereños no bombardeados con la Kriptonita de la corrupción y de la estulticia. "De jure", de Derecho, todas las playas son públicas, pero la barbarie política ha tolerado o auspiciado que los mexicanos sean discriminados en grados vergonzosos en las entidades costeras del país al no permitirles que pasen a lo que es su propiedad primigenia, si la Constitución se respetara.

México tampoco tiene una Ley de Costas, como España o Argentina y muchas otras naciones, a pesar de que ha habido interesantes iniciativas en la Cámara de Diputados y perfectibles si se quisiera hacer algo decente, pero no, entre menos leyes que brincar, más fácil la transa playera. No hay playas públicas, a pesar de que tenemos 7 mil kilómetros de litorales en el Pacífico y 3 mil en el Atlántico, Golfo y Caribe, porque tampoco tenemos lo que se llama la Gestión Integrada de Zonas Costeras como lo ha postulado doctor Michel Prieur de Limoges en la Academia Mexicana de Derecho Ambiental, ello incluye dunas y desembocaduras de ríos, marismas, lagunas, etc. Tampoco se cumple la Convención de Ramsar respecto a los Manglares o Humedales. La cantidad de plásticos y todo tipo de desechos en las playas en donde nunca se encuentra un contenedor idóneo, es impresionante, lo mismo en Chiapas, que en Jalisco, Tamaulipas o Oaxaca, Sonora o Baja California.

Para decirlo sintéticamente, todo lo que se refiere al mar y las costas es un caos. Aquí entre nos, les comento, libidinoso lector y untuosa lectora, que ninguna marina en México tiene drenaje, que el ochenta por ciento de los títulos de los hoteles y desarrollos inmobiliarios de playa y sus usos del suelo y Zofemat, están irregulares, que la mayoría de los grandes hoteles son ciento por ciento extranjeros y las utilidades se van para afuera con los programas de todo incluido y el turista queda cautivo, aunque se salva de sufrir a los, lancheros y taxistas atracadores y fodongos. En fin, tampoco hay vigilancia en las islas en donde ocurre todo tipo de trasiegos y barbaridades. Lo que se le ocurra. Como dijeron Charles Chaplin y Charles Darwin: "you name it, you get it."

Si se acuerda de la película de "Nunca en Domingo", que en griego se llamó "Los chicos del Pireo", podrá evocar una playa pública limpia y alegre cuando llegaba el barco con marinos ansiosos que eran recibidos por las chicas liberales encabezadas por la gran actriz helénica. En Nayarit se podía comer pescado fresquísimo y barato, sin contaminación de los ríos-drenaje que desembocan en "nuestras" costas. En todos las tiendas de hoteles costeros se venden bronceadores o bloqueadores altamente tóxicos para el ambiente sin que la Secretaría de Salud o la acéfala Semarnat metan las manos. En ninguna, y en la fritanguerías playeras, menos.

rojedamestre@yahoo.com

lunes, 8 de agosto de 2011

El secreto de Alfredo Achar

Ramón Ojeda Mestre
 
Organización Editorial Mexicana
8 de agosto de 2011


Tuve la suerte de estudiar en la Universidad de Arizona en Estados Unidos gracias a la hospitalidad generosa de James y Mary Bolger, padres de Diego O'Bolger quien logró ser un torero elegante a pesar de su sangre irlandesa. Y en esa casa tan agradable de 1515 East Water Street, pusieron un letrero en mi recámara que decía "Early to bed and early to rise, makes a man healthy, wealthy and wise".

En aquella época yo no entendía la trascendencia de ese consejo o admonición de cómo no desvelarse y levantarse también temprano podría hacer a un hombre sano, rico y sabio, hasta que un día me atreví a preguntarle al gran filántropo y empresario mexicano Alfredo Achar Tussie que cómo viniendo de un origen tan humilde en el Oriente, su familia había llegado hasta México en plena revolución mexicana y habían logrado encumbrarse y mantenerse unidos.

Para sus padres, mantener a Alfredo y a otros diez hermanos ha de haber sido toda una odisea. Alfredo y sus hermanos nacieron en México, pero sus padres venían de Siria, país que tiene menos superficie que el estado de Chihuahua, ubicado en los límites con Israel, Irak, Jordania, Líbano y Turquía en una zona estratégica aún hoy en día...y de muchos conflictos.

Alfredo me contestó que sus padres los habían enseñado a dos cosas muy importantes en la vida: a levantarse muy temprano y a trabajar muy duro. Me acordé de inmediato del cuadrito que tuve cuando vivía en Tucson y desde luego recordé lo que la paremiología nacional nos ha enseñado "Al que madruga Dios le ayuda". Alfredo Achar Tussie todavía hoy, ya mayor de sesenta años, tiene su primer desayuno de trabajo a las siete de la mañana, en cafeterías, para no gastar mucho, pues también le enseñaron a no derrochar y a no ser ostentoso ni prepotente. Ya a los 13 años estudiaba y trabajaba en una fábrica de ropa y a los 18 lo hicieron gerente, pero sería mucho después cuando a su hermano José se le ocurrió poner una fabriquita de pintura en Naucalpan.

Se les dejaron ir encima, como de costumbre, y les dijeron a las tiendas, tlapalerías (palabra de origen náhuatl de tlapalli-colores), ferreterías y almacenes: Al que venda esa marca, no le surtimos de las otras marcas famosas y americanas. En la madrugada de un miércoles de 1950 Alfredo Achar tomó la decisión más sabia de su vida y le dijo a su familia: pondremos nuestras propias tienditas de pinturas y la primera fue en la colonia Independencia en el Poniente del Estado de México. Hoy están en cada colonia de cada ciudad o pueblo de este México nuestro.

El padre de Alfredo Achar supo superar su crisis en 1910 migrando como han emigrado hoy diez millones de mexicanos valiosísimos hacia Norteamérica y Alfredo y sus hermanos superaron su crisis trabajando más duro, siendo creativos, ahorrativos y unidos entre ellos. Esa es una gran lección para todos nosotros ahora en esta crisis que cada vez se agudiza más y más y que no tenemos idea de hasta dónde puede llegar, pero sí sabemos que España está quebrando y que Estados Unidos se halla inmerso en un problema de deuda que estuvo a punto de reventar en estos días y que los Republicanos se la hicieron pagar muy cara al Gobierno demócrata de Obama.

Seríamos muy irresponsables y muy ingenuos si no nos damos cuenta de que si Europa y Estados Unidos están en crisis financiera a nosotros no nos va a pegar. No lo creas lector indolente o bella leyente y les pasará lo que le dijo la estatua al Don Giovanni de Mozart: Di rider finirai pria dell'aurora. Terminarás de reír antes de la aurora. Sólo nos queda aprender las lecciones de ese gran filántropo, sencillo y laborioso que es Alfredo Achar Tussie: no chillar, sino ponernos a trabajar duro y desde temprano; sea creativo, reflexivo y audaz. No se desvele viendo la tele y menos en el carísimo y debilitante reventón. Vale.

rojedamestre@yahoo.com

lunes, 1 de agosto de 2011

El gordo y la gorda, Ramón Ojeda Mestre

Ramón Ojeda Mestre
El gordo y la gorda
Organización Editorial Mexicana
1 de agosto de 2011

Muchos de mis amigos padecen un sobrepeso que los agobia o apesadumbra. No es su culpa. Fueron víctimas de los errores de un sistema de salud y de funcionarios y políticos que no los defendieron oportunamente. Esto viene de tiempo atrás. Más de veinte años ahogados en bebidas obesificantes y comida chatarra, vida de apoltronamiento frente a la tele o la compu, cero ejercicio y comidas obligadas en la calle por las distancias y los hábitos de socialización, sin contar el maldito alcohol que se ha apoderado de la vida de las familias desde sus adolescentes.

El 7 de febrero de 1993 en un importante diario de circulación nacional, de cuyo nombre no quiero acordarme, se publicó que en 92 la población mexicana se convirtió en la segunda consumidora mundial de refrescos. Hace casi veinte años. Hoy somos el país que está en primer lugar de esa viciosa ingesta etológica y alimenticia. En aquel año consumíamos ya 592 botellas por persona en esa industria que representa más del uno por ciento del valor bruto de la producción nacional y que en el susodicho año, cuando era presidente Carlos Salinas, vendían mil 900 millones de cajas de refresquillos o el equivalente a 45 mil 600 millones de botellas de ocho onzas al año.

Hoy, nada más en refrescos de color oscuro somos el número uno en el mundo. Por eso y otras cosas estamos gordos y guangos, enfermos de diabetes, presión arterial elevada y otras linduras. Los refrescos o bebidas edulcoradas, coloreadas y de todo tipo, al alcance de niños, jóvenes, alarifes o diputados, están fuera de control de precio y de calidad. No nos dicen con claridad qué contienen y cuáles son sus efectos, por más que pongan en una letra pequeñísima extrañas fórmulas para nublar el entendimiento.

La palabra se hizo para decir la verdad, no para ocultarla, escribió José Martí, pero los gobiernos han permitido que el consumidor sea víctima sanitaria y nutricional de esos malandrines, es decir, de una industria extranjera que no ha sabido ser leal con sus enriquecedores, y con esos oficiantes de la política y gobierno que son denunciados a gritos y hasta con poemas y besitos sicilianos en el Castillo de Chapultepec. Shameonyou, como diría Camelia La Tejana.

Hay más de 350 empresas de bebidas embotelladas en esta industria que crece al 13 por ciento anual, mientras la pobre muchachita o el niño engordan y se inflan a ciencia y paciencia también de los padres bobos y condescendientes. Empieza temprano el viacrucis para los gorditos hoy. No pasarán bien en deportes, sentirán su estima personal deteriorada, se ensimismarán y verán al mundo como algo aparte de ellos como el caso de Braulio, el amigo de Ali, o el de Jesús o el de Merceditas o el de usted, mi voluptuosa lectora, o de usted, adiposo compañero de lecturas.

Sí, México consume más de cinco mil millones de litros de bebidas oscuras al año y más de siete mil millones de litros de líquidos de los otros colores y de los dizque incoloros e insaboros que nos oculta el PET o tereftalato de polietileno, tan dañino y tan aberrantemente manejado. Los rechonchitos lo saben bien, pero son adictos, refrescodependientes, poseídos por el demonio. Somos víctimas de la gula involuntaria. En realidad somos víctimas de la incultura y del mal gobierno, pero también de nuestra anomia, desidia, abulia o dejadez, fuimos mal educados por el gobierno, sí, pero también por nuestros amorosos padres y luego por nosotros mismos. Vea qué pasa en las discotecas y antros. No cierre los ojos a la realidad.

Francamente no sé cómo alguien tiene la desfachatez de querer proponer a nuestros 'gobernantes' para otros cargos en el gobierno o en los Congresos. Si hubiera ley y orden, los demandaríamos a todos por ineficiencia.

Los gordos tienen derecho a una indemnización del Estado. Les robamos la vida.

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